Creo que la calabaza es una de las reinas del huerto. Su belleza nos cautiva desde que comienzan a brotar las primeras hojas hasta que las flores que decoran con su intenso color amarillo nuestro pequeño huerto durante el verano, mientras van creando vida, poco a poco, a fuego lento, como la buena cocina.
No hay semana que no tomemos una crema de calabaza, nos ayuda a depurar algunos de los excesos del fin de semana. Sin duda, es una de las grandes protagonistas en nuestra cocina durante los fríos del invierno. Fría, caliente o templada, recomiendo que no dejéis de preparar recetas con calabaza. Un chute de energía, depurativa y sencillamente deliciosa.
Comenzamos con la receta básica a la que añadimos un toque picante que también aporta muchos beneficios para nuestro organismo y hace que cambie por completo el sabor tradicional.
Preparación
- Picamos el puerro, la cebolla y el chile. Lo rehogamos con un pelín de aceite, a fuego bajito para que no se queme.
- Mientras, pelamos la calabaza, le quitamos las pipas y la troceamos.
- Una vez estén el puerro y la cebolla pochaditos, cogiendo algo de color pero sin llegar a dorarse, añadimos los trozos de calabaza y lo rehogamos un par de minutos más.
- Le añadimos un poco de agua (sin llegar a cubrirlo), añadimos sal y dejamos que hierva a fuego medio unos 15 minutos, o hasta que esté blandito.
- Rectificamos de sal, lo batimos bien con la batidora.
Recomendaciones del autor
Esta crema la podéis tomar fría, caliente o templada y adornarlo con unas hojas de albahaca o unos trozos de pan de centeno.
A la hora de servir, podéis acompañarlo de un poco de leche evaporada o nata aparte y añadir al gusto, aunque a mi me gusta el sabor sencillo de calabaza.