La granada, como fruta carnosa que es, posee elevado contenido en agua, siendo su valor energético muy bajo. Las proteínas representan un porcentaje muy bajo en su composición, aunque superior al de los lípidos.
Es una fruta rica en minerales, destacando el potasio, aunque también aporta fósforo, manganeso, calcio, hierro y magnesio. Entre las vitaminas, contiene principalmente vitaminas C, B1 y B2, aunque en pequeñas cantidades.
La granada puede consumirse fresca, o bien emplearse en la elaboración de zumos. En este último caso, hay que tener cuidado para no presionar demasiado las semillas, ya que al romperse provocan un sabor desagradable.
Además, la granada es un acompañamiento perfecto para algunos postres, como el yogur, o como complemento de las ensaladas, aportando color y nutrientes.
Las semillas de esta fruta se emplean cada vez más en la elaboración de conservas, jaleas, mermeladas, confituras, jarabes, helados...
La granada también se pueden desecar y utilizar como especia en la condimentación de diversos platos.
Preparación
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